dissabte, 1 de març del 2008

¿Agua para todo?, por Àlex March i Raurell

Publicat com a Opinión al número 19 de la revista Paisajismo, març de 2008

alexmarch.blogspot.com

En algunas de nuestras cuencas hidrográficas se ha prohibido el uso de agua de la red para el riego de parques y jardines, públicos y privados. Vivimos un importante episodio de sequía desde el verano de 2006. Los que nos dedicamos al cuidado de las zonas verdes no recordamos una situación como la actual: nos han cerrado por completo el grifo de las instalaciones de riego y ni siquiera tenemos opción a elegir las plantas que debemos salvar y las que debemos sacrificar.

Cuando analizamos los datos climáticos observamos que estamos en una situación de sequía con precedentes no muy lejanos en el tiempo. Concretamente, en el área de Barcelona ya el año 2005 tuvimos una sequía importante con la que estuvimos muy cerca de la situación actual y que se compara con la sequía que sufrimos los años 1944-45 y a finales de los años ochenta. Lo que ha cambiado es el uso que hacemos del agua, ya que en 1944 la cantidad de agua destinada al riego de parques y jardines sería despreciable comparándolo con los actuales.

La prohibición total en el uso de agua de abastecimiento no distingue las zonas verdes de gran consumo de la que ya han sido concebidas con criterios de sostenibilidad, con consumos de agua muy bajos e incluso nulos una vez superada la etapa de implantación. A efectos de la autoridad competente en materia de agua (la Agencia Catalana del Agua en el caso de Cataluña) es lo mismo una gran superficie de césped con riego diario por aspersión que un parque formado por pavimentos, arbolado y masas de arbustos mediterráneos que con riegos por goteo cada quince días. Con tan absurda simplicidad creo que debemos reflexionar sobre por qué no son más populares los jardines secos. Los paisajistas y los jardineros que llevan años dedicando sus esfuerzos, sin ayuda alguna y únicamente por convicción, a promocionar otros tipos de zonas verdes sufren ahora un trato injusto que los penaliza exactamente igual que los que no han sido capaces de ir más allá de unos modelos de verde importado, sin adaptarlo ni siquiera a nuestras condiciones climáticas.

En caso de prolongarse por más tiempo la prohibición de regar, las consecuencias pueden ser más graves. No debemos olvidar que los jardines pueden ser bienes culturales, un patrimonio verde reconocido en los catálogos que no podemos permitir que se pierda. Existen también los árboles monumentales o de interés local y también árboles de interés procedentes de transplante que, en determinados casos pueden precisar de riegos para evitar su muerte. Sin duda, no tener en cuenta estas características especiales es un error imperdonable.

En general, me da la sensación que el riego de los espacios verdes está pasando por una criba distinta al resto de usos del agua, la construcción, la limpieza, la industria, etc. Se nos reprocha, en general, el uso inadecuado del que sólo algunos son responsables.

También existe el riesgo que, ante la situación actual se produzca una sobreexplotación de los pozos, hasta el momento en desuso, que conlleve su agotamiento o en las zonas costeras su salinización.

Una vez he reflexionado sobre el lado oscuro e impreciso de las actuales restricciones de riego, los paisajistas, gestores de zonas verdes, jardineros y en general los responsables del uso de agua para el riego de parques y jardines tenemos que recordar y analizar como hemos llegado a la situación actual. En el año 2002 existían una serie de expectativas vinculadas al reciclaje y regeneración de agua que fueron expuestas en un interesante congreso en Cambrils. Han pasado seis años y hemos pasado períodos de sequía que han activado planes de alerta y restricciones parciales pero ¿qué hemos hecho nosotros para adaptarnos? Creo que son demasiado pocas las zonas que han sustituido las especies de césped por nuevas variedades que disminuyan las necesidades de agua y menos todavía las que las han sustituido por prados secos o por zonas con otros tipos de vegetación. Tampoco tengo la sensación que, con carácter generalizado, se hayan impuesto las redes de riego que obtengan el agua recuperándola de la lluvia, de la depuración de aguas residuales o sencillamente del freático.

A todos los agentes vinculados, profesionales, políticos y ciudadanos en general nos toca asumir que, en nuestras condiciones, la hierba pasa períodos amarilla o totalmente seca y también debemos ser capaces de valorar la belleza de las plantas mejor adaptadas a nuestras condiciones. Con una buena labor profesional, con nuestros conocimientos y por supuesto experimentando con los recursos que tenemos a nuestra disposición, conseguiremos unos espacios verdes de mayor calidad y evitaremos dañar nuestro entorno y poner en peligro nuestro mayor bienestar.

No debemos olvidar que nada es gratuito y que para conseguir estos objetivos necesitamos recursos, para la construcción y el mantenimiento y también para las mejoras y la reconversión.